Cuando se dilatan los poros
del momento,
en el presentimiento de abril
de la mirada,
somos una extensión de piel
por donde cruzan la metáforas mojadas;
la cama es un alero de luna
en donde sube mi deseo
como una madreselva
por sus andamios
hasta ti;
eres el único acceso de la noche
por donde mis palabras
regresan con un girasol
de poesía.
Por el crucifijo de tus piernas
se redimen mis manos
en un indulto de amor;
Por esa línea longitudinal
de energía,
el hombre intrépido y elemental
que imito en cada libro
se conduce por el cableado de tu cuerpo
(que une nuestros nombres)
a las mariposas que explotan
en tu vientre,
a diez mil revoluciones
por segundo...
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