Dedicado a mi abuelita Nana
Si se escapan ruiseñores
o guitarras plagadas de llantos
por querer sacar de mi interior
al poeta oscuro y apagado,
para que cante ante el turquesa
de tus ojos profundos y lejanos,
no se extrañe nadie,
muchas veces esos pájaros
escapan sin guitarra por el cielo
para llover un intervalo
de armonía en los jardines
que nosotros los poetas cultivamos.
Temblando estoy de versos
nana de mi alma, temblando,
porque quiero que me arrulles
nuevamente en tu regazo.
Aunque tenga la estatura
de un hombre necio y amargado,
¡Yo quiero que de nuevo
alumbres mis navíos con tus faros
porque me pierdo en otros mares
y en tus ojos encendidos no hay naufragios!
Antes, mucho antes del poeta,
del hombre duro y complicado,
nada devastaba mis silencios
¡Porque dormía en el remanso de tus brazos!
¿Quién dice que el recuerdo
por no tener un fondo y ser delgado
no viene con tu rostro y tu ternura
a ahuyentar el miedo con tu canto?
¿Quién dice que no soy niño
que a veces balbucea cuando
tu perfume insoslayable
regresa a mí diciéndome : te amo?
¡Yo quiero ser como tú!
Llévanos a Cristo con tus labios
que las redes de tu voz
se revientan de milagros.
Llévanos a Dios cuánto antes
en el dibujo de tus ojos claros,
que mi corazón emerge frágil
cuando nos predicas con las manos.
A veces, muchas veces tengo dudas
¡qué corren cuando viene tu entusiasmo!,
es por eso que mis rimas se alegran
porque oras por tus nietos: los callados,
y sube tu plegaria transparente
directo al corazón del Soberano,
porque tus rodillas se gastan
como la mejilla del rostro angustiado
hallando el favor del Eterno,
quien te encuentra sencilla en tu cuarto,
o sembrando semillas de amor
en el huerto del orgullo con tu arado.
Me falta corazón
o aún está amarrado
al poste del orgullo y la arrogancia
y requiere por tus manos ser soltado.
Enséñanos a amar sin condiciones
así cómo se quieren los hermanos,
que el camino de la vida es sin regreso
y para llegar a Dios se llega descalzo...
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