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opuesto al mito urbano

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domingo, 21 de septiembre de 2014

Que despierten

Qué despierten los borrachos, 
necesito 
llegar al otro lado de mis dudas. 
El camino es muy delgado 
si ellos duermen solos en la acera. 
En un mundo discreto y pequeño 
atisbo con el llanto metido en alma
la hora que derrochan los ocasos. 
El sol, alberga un tercio en mi interior, 
en la endurecida piel de mi espíritu,
pero no alcanza para dar
un amanecer sin llanto a los borrachos. 
Algunos no se mueven 
por miedo a morir, 
otros ya lo hicieron; 
voy de la mano conmigo mismo 
y usualmente 
tropiezo en mi insistencia, 
porque insisto en palabras vulnerables; 
¿Qué cosa misteriosa 
habrá detrás de este camino de personas olvidadas? 
Saltarlos 
es egoísta, es mejor si abren 
los cartones de su casa 
y dejan que le alumbre con sus faros interiores la esperanza, 
pero ellos, duermen 
en un rinconcito del desprecio, 
desde la noche hasta que el hambre 
devasta su postura
de manecillas rotas. 
La voz de mi protesta 
subleva de impotencia 
y escapa del silencio descosido de mis verbos. 
Jamás me robarán en su flaqueza
tengo la estatura de un niño a mediodía,
las mentiras que inyectaron en mi corazón
se caen como escamas de mis ojos, 
ellos son como yo, 
parecidos de silencio y de olvido
sólo que, aún —sin saber el " por qué"—, 
no quieren despertar... 


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