Preñada mi garganta de jilgueros
como una insinuación de melodías,
delgada de palabras y poesías
se expresa con cadencia en tus senderos.
Mi espíritu torcido de aguaceros,
colmado del bruñido de tus días,
unido, de tus rosas a las mías
se llueve sin ropaje en tus linderos.
Los pliegos del paisaje de tus tierras,
como una cordillera inacabable,
resume en el azar de mis caricias
el ímpetu y deseo que propicias,
al alma, a mi canción, a lo palpable,
a todo lo que escribo, y lo que encierras...
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