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opuesto al mito urbano

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jueves, 31 de julio de 2014

El éxodo de mis manos

Una diáspora de tímidas palabras
emigra hasta tu tierra, 
quiere rozar tus adentros, 
en un simulacro de amor, 
y quieren fingirte una la luna 
con forma de paloma
para qué pueda estrecharme en tus besos
debajo del marfil de sus alas
donde nadie nos perciba.  

En el crucifijo de tu ombligo
—donde codician mis manos el trigo—
quiero dejar el silencio de mi sangre, 
y morir con el fruto seco de mi alma, 
en tu tierra, 
y renacer con mis raíces 
arraigadas a las tuyas. 
Porque también sueño
en la potencia de tus ojos, 
cruzando los umbrales de mi cuerpo
desnudo y tembloroso de abriles, 
tocando el fresco amanecer de tu melena
ahuyentado de pájaros, 
con un hondo suspiro,  apenas, 
que doble los celajes tendidos al viento 
en el temblor, en la piel, en tu patria 
que tanto ambiciona
en la discreción de mis cadenas
 el éxodo de mis manos... 

martes, 22 de julio de 2014

El alma de mis letras

¿Con quién  —si no es contigo— el alma mía 
podrá tocar con cuerdas de la luna
sinfónica, sensible y oportuna 
la luz de tu mirar en mi poesía? 

¿Con qué ilusión el sol de cada día 
que alumbra en mi pobreza la fortuna 
de amarte como nadie, cual ninguna 
sin no poder sentir tu compañía? 

El diálogo es angosto en ocasiones 
y muere en las palabras que no digo, 
mas ¿cómo hacer que existan las canciones,

el alma de los versos que persigo,
la estrofa del soneto, inspiraciones, 
si sólo sé escribir si estás conmigo? ...




sábado, 19 de julio de 2014

Concierto anochecido

Tocaba, con la luna en mis bolsillos
la flor de un pentagrama taciturno, 
compuse sin origen un nocturno 
concierto simulado por los grillos. 

Con un sombrero azul hecho de estrellas 
canté cinco riachuelos con mis manos, 
deduje sin cadencia algunos pianos 
que dieron los acordes a mis huellas. 

Sensible de poemas amorosos
traté de hacer más páginas inquietas, 
un último camino sin poetas 
me trajo más versículos borrosos. 

Un gran país entero de armonía
y el trigo de un paisaje sin vehemencia, 
tocaron el pincel de la inocencia 
a medio terminar en mi poesía. 

Cantó con desespero el alma mía 
el himno nunca dicho por mis labios, 
quedó en mi corazón con los resabios 
profundos de una extraña gëografía. 

La extraña sensación de un universo 
metido en la garganta de mi musa, 
sacó una niña blanca e inconclusa 
doblando con ahínco todo el verso. 

La historia fue portenta tras los peces 
plateados de la luna de Neruda, 
la piel de las montañas fue desnuda 
al irse sin raíces los cipreses. 

Y tuve los temblores del sereno 
que aprieta entre los dientes los jazmines
perdidos en un cielo sin confines
donde un ángel recuerda : "Dios es bueno".  

Entonces sin aplausos ni laureles
toqué la gloria falsa de lo vano, 
me fui por los caminos del verano 
pintando aquel paisaje sin pinceles. 

Los besos de la noche se cerraron 
sin darme su expresión en mi mejilla, 
lloré completa aquella pesadilla 
los versos infelices que llegaron...

Milimetrica distancia

Titubean las altas lamparitas de la noche 
en esta milimétrica distancia 
que queda entre tus besos y los míos. 
Entonces, irrevocable de poemas 
tu cuerpo es uno solo en mis escritos
y a una sola boca, recito
los versos que jamás te había mencionado.  
A veces, de la nada me redimes 
cuando cuajas el camino 
que había dibujado entre mis sombras;
porque en los senderos de tu cuerpo 
una nueva estrofa, siempre, se reencuentra conmigo. 
El genio y la cadencia 
crecen mansamente  
cuando la inspiración de tu boca 
se clava en el poeta, inadvertido, 
quien suele hacerse grande entre tus besos, 
y a veces en tu cuerpo, pequeñito...



Derroche de estrellitas

En una esquina, simple y olvidado,
apenas enredado en unas rimas, 
tenía el corazón en una mano
Impávido de instantes y sensible, 
a veces encendido y apagado.
El mundo, se cuajaba en mis adentros 
como niebla que cruza las ramas de un árbol, 
o cual rayo nocturno y endeble 
que rasga las cortinas de mi cuarto. 
Y todo fue distinto en esa hora 
que mi vida resumida fue en un canto. 
El río más sagrado de mis versos 
desbordaba alegría y algo de espanto, 
las piernas temblorosas de un segundo 
abrieron su florecita de amaranto, 
y desde fondo de su tierra 
desde su continente amarrado 
saltó la primavera su recinto
y todo fue un derroche de estrellitas con su encanto. 
Saltaron los poetas que dormían 
en las claras alamedas de mis labios
¡Nació, nació, la niña gritaba mi sangre
y por primera vez, aquella tarde a mi pequeña la tuve en mis brazos!... 




viernes, 18 de julio de 2014

La luna no es azul

Cuando cae tu cuerpo sin censura
debajo de la piel de nuestra noche, 
los frutos de tu sexo sin reproche 
hacen mi poesía más madura. 

Cuando rozo con mis dedos tu escultura 
y quitas de mi juicio broche a broche, 
nos late la pasión con gran derroche 
y cae humanamente mi locura. 

El agua de las horas se me estanca 
debajo de tus besos que enajenan
el húmedo camino que poseo;

la luna no es azul, tampoco es blanca
si tus rosadas piernas me encadenan
al sitio donde tiembla tu deseo...