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opuesto al mito urbano

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sábado, 8 de febrero de 2014

Una trinchera en mi sueños

Ya me disparan 
dos veces por sueño.
Y quiero de olvido, de polvo y de sangre 
morirme, sin ese terrestre vocablo 
que mucho frecuentan mis labios 
de escandalosos metales, 
o mejor dicho, de puñales  ensimismados.
Ya me acechan solapados 
los encabalgados enemigos 
con sus terrores rectilíneos de plomo, 
con su mafia conminada de balas 
y su propuesta impositiva de temperamentos; 
una mirada perdida bastará: 
por poco muero sin plegaria 
hace algunos sueños 
de no ser por esa persistencia 
de poeta erradicado 
sin una sociedad de oídos abiertos, 
que me salvó de depositar - sin funeral- 
mi cuerpo deshilado de palabras, 
por poco y fulminan 
el librito a medio terminar
en su capítulo de las nueve y treinta de la noche;
porque esos delincuentes 
se visten de negocios cuando duermo 
y cuando menos lo espera mi conciencia 
sin esa lamparita de caminos 
menos humanistas,
me recetan una dosis de disparos 
o de crímenes discretos 
como sí yo fuese,- cuando duermo- 
una maroma en las manos de la noche...