de sirena perdida
en la cruz de mis ojos
sin horas abiertas,
tu risa extendida
de playas sin huellas,
y una maroma
de rosa encendida
en el furtivo jardín
que aprieto en mi pecho.
Descalzo de desiertos
que enfilan salidas,
busco el bautismo
que existe en tus aguas,
-en la fuente de tu ombligo-
para bañar mi poesía
desnuda de verbos
y hallar el perdón de tu lengua sagrada;
renacer en la tierra
que esconde el vestido
detrás de tus piernas
de curvas de vidrio,
y en la flor de tu vientre
cortarme las alas,
lloverme en silencio
doblado de néctares,
mientras cruzas
la lámpara de tus manos
por la parte más oscura de mi noche...