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opuesto al mito urbano

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jueves, 31 de octubre de 2013

Mirando el interior de la pobreza

Las disparadas alamedas 

de este hacinamiento de leones, 
se estrechan ante el andar 
de pillos y pilluelos con muletas 
que huyen con sus crímenes callados. 


El humo traficado de legiones 

que monda la garganta de los niños, 

escapa reducido de monedas 
al par de una esperanza dibujada 
de parientes preocupados religiosos. 
¡Hay gente en Costa Rica 
que a veces 
nace pobre y descuidada! 



En este vecindario de cuchillos 

las madres preocupadas de uniformes 

ruegan con velitas desgastadas 
milagros cercenados de justicia, 
o cárceles abiertas a sus hijos. 



Las tardes son planchadas por el ocio 

que humea las camisas desempleadas 

de muchos ignorantes sin ingenio 
que roban al comercio mucha ciencia 
tal vez para inventarse algún banquete 
y darle ese sustento a sus fraguadas 
cinturas onduladas de balazos. 
¡Hay gente en Costa Rica 
que a veces nace pobre y descuidada! 




Las motos amarradas por el viento 

se fugan irrisorias de sirenas, 

la goma de sus huellas restregada 
en todos los asfaltos sin salida 
se lava con la lluvia equivocada 
de lógicas pesquisas suspendidas. 



Debajo de estos arcos cotidianos 

de puños y violencia resumida, 

la gente en los suburbios de mi patria 
se viste con harapos estrenados, 
y busca el pan distante 
con los caros alquileres de un gobierno 
ocupado en su fortuna interminable 
de calles y de puentes de juguete 
y un congreso holgado de descaros. 
(Hay gente en Costa Rica 
que a veces nace pobre y descuidada)



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