Las disparadas alamedas
de este hacinamiento de leones,
se estrechan ante el andar
de pillos y pilluelos con muletas
que huyen con sus crímenes callados.
El humo traficado de legiones
que monda la garganta de los niños,
escapa reducido de monedas
al par de una esperanza dibujada
de parientes preocupados religiosos.
¡Hay gente en Costa Rica
que a veces
nace pobre y descuidada!
En este vecindario de cuchillos
las madres preocupadas de uniformes
ruegan con velitas desgastadas
milagros cercenados de justicia,
o cárceles abiertas a sus hijos.
Las tardes son planchadas por el ocio
que humea las camisas desempleadas
de muchos ignorantes sin ingenio
que roban al comercio mucha ciencia
tal vez para inventarse algún banquete
y darle ese sustento a sus fraguadas
cinturas onduladas de balazos.
¡Hay gente en Costa Rica
que a veces nace pobre y descuidada!
Las motos amarradas por el viento
se fugan irrisorias de sirenas,
la goma de sus huellas restregada
en todos los asfaltos sin salida
se lava con la lluvia equivocada
de lógicas pesquisas suspendidas.
Debajo de estos arcos cotidianos
de puños y violencia resumida,
la gente en los suburbios de mi patria
se viste con harapos estrenados,
y busca el pan distante
con los caros alquileres de un gobierno
ocupado en su fortuna interminable
de calles y de puentes de juguete
y un congreso holgado de descaros.
(Hay gente en Costa Rica
que a veces nace pobre y descuidada)